Al PRI se le perdió un zapato
Al PRI se le perdió un zapato
Ha visto usted como el PRI últimamente como que cojea, como que al caminar da saltitos, pues usted no esta para saberlo ni yo para contarlo, pero al PRI se le ha perdido un zapato; algunos afirman que en realidad hace tiempo que lo perdió, otros aseguran que de hecho perdió los dos pero ya encontró uno, el otro los más optimistas esperan encontrarlo antes de las elecciones para gobernador, lo cierto es que cojea, si no nomás véalo, parece sube y baja, de repente va para arriba y luego se vuelve a caer, además de cerca como que despide un feo aroma, entre añejo y putrefacto.
Entre la clase dirigente tricolor hay quien considera que dicho zapato ni falta que hace, al fin que en política nadie anda derecho y en todo caso el PAN no tiene vergüenza y al PRD se le zafó un tornillo. __que nadie es perfecto pues__ Pero a la raza priista nada que la hacen tonta, ellos aseguran que el PRI sin zapatos como que no, les costó décadas cuidarlos, lustrarlos, como para que por el descuido de unos pocos, -o no tan pocos-, todo se pierda, pues como que no.
En las pasadas elecciones ciertos priistas aseguraban que ya lo habían encontrado, que nomás era cuestión de calzárselo, pero al final, resultó que el zapato encontrado era pirata, copia, chafa, para que me entienda. La dirigencia del partido escondió la cabeza, __¡¡vaya osototote que hizo!!__, aunque ni crea que le pudo mucho no encontrar el zapato, su bronca es que de verdad creía que lo había encontrado y ahora sobran voces que aseguran que jamás lo encontrarán no mientras siga la actual dirigencia.
Varios de los más Dinos o experimentados para no herir susceptibilidades, aún recuerdan como era tener sus zapatos: todo estaba bajo control, el país y la prensa andaban derechitos, si salía un callo, de inmediato lo eliminaban, y de nada importaba que el resto del traje estuviera sucio, los zapatos siempre impecables. Los países extranjeros podían decir misa de México pero nunca que los zapatos no estuvieran boleados. Otros renegados ni zapatos usaban, “pobres inadaptados”. Los huaraches eran parte del folclor, por lo tanto ni pensar en ver indígenas o rancheros con chancla fina.
Cuando jóvenes los políticos priistas que antes jugaban al zapato volado confiados en que nunca lo perderían son ahora los más sorprendidos “eran tan buenos, tan resistentes, que envidia causábamos entre la barriada”. Las nuevas generaciones ya no verán esos bellos zapatos, ya no los calzarán como hicieran sus padres o abuelos, tendrán que aprender a cojear y soñar con que algún día ese zapato aparezca. Últimamente muchos priistas han perdido la fe en que esto ocurra y han optado por cambiar de calzado, sólo que como que no les queda del todo, a unos se les sale y a otros les aprieta. No hay como el zapato hecho a la medida. Otros más vivos juegan con tantos zapatos que parecen zapatería, de hecho hasta crearon su propia marca (PANAL) que suena como calzado sport, y aunque jamás ganarán una medalla, ellos saben que pueden sacar provecho de las alianzas y convertirse en la piedra del zapato que aún queda en el tricolor.
Esperemos que si algún día aparece, no les haya engordado demasiado el pie y luego no puedan ya ni calzarlo...
fin.